HÉROES DEL SWING
DIARIO DE ABORDO
Sangre y esmeralda
Comencé desesperado
cuando aún no había pilares
en mi vida
erigiendo soles vagos
bálsamos por soledades
distendidas
En la vigilia, falacias
del calor efervescente
de un abrazo
atrapado en las entrañas
de mi ilusión persistente:
ser amado
Más que amor, una gangrena
jaula de la sangre libre
sangre hirviendo
era ponzoña en las venas
sumisión a las cadenas
de los muertos
Un ápice de templanza
resbalaba por la tez de
plata pura
y eran sus ojos dos lanzas
y sus besos cerezas de
piel de luna
Con quince la conocí
envuelta en trapitos blancos
y caricias
de las manos que en su día
también a mi me arroparon
de delicias
Delicias de amor de madre
en el seno protector
familiar
el tiempo fue juez y parte
del desdén ejecutor
del final
La enajenación demente
tregua de pimienta y versos
me ofrecía
y el genocidio inmanente
indultaba tibios ecos
de alegrías
A mi niña de esmeralda
dedico la vida, tiempo y
corazón
y a la chica de piel blanca
nuestra historia de frío andén, tren
y canción
La chica del tren
Pasaban a ras las seis
del reloj y en la estación
hacía frío y los viajeros
no daban conversación
Se bajó en el andén
donde una vez por mañana
para el tren de su utopía
de miel de labios temprana
Era carne de entrevías
una más entre la gente
mujer de besos de nácar
soledad independiente
Refugio en charla ligera
no era mucho pedir
mientras llegaba la hora
de que volviera a partir
Tenía el pelo liso, largo
olía a noche despeinada
y en un solo amanecer
me perdí en su mirada
Su destino era canción
creí, pero siendo verso
desapareció y dejé
la música en el reverso
del marfil de la portada
del libro que le presté:
lágrimas de tinta negra
y una mancha de café
Un murmullo apresurado
nos robó el argumento
y el tiempo se consumió
en el preciso momento
en que ella se marchó
con el libro, su equipaje
y brisas que se colaban
en su tostado oleaje
Ha llovido desde entonces
pero aún espero el día
en que vuelva a la estación
y acabar la melodía
que en el trino de mi vida
fuera un punto de inflexión;
la chica del tren: poesía
la chica del tren: canción
Canción
Sidra, vino y diez gitanos
palmeando por buenas nuevas
roban gracia y risa al aire espirado
Escándalo
la noche encendida
ondea en espirales de humo
del rubio carbón
que entre el culmen negro de sus dedos
ardiente
les susurra
el secreto de ser sol bajo la luna
La tenue luz de penumbra
frágil bisturí
sangrientas calcamonías de malabares
mezcla con sudor, cabello, piel
y mordidas de miel temprana
Éxtasis de noche despeinada
poesía y marfil
verso y melodía
se funden en la vereda
del asiento de atrás
Alejandro Olivares Rodríguez
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