REFUGIO

La casa de la Yaya

De lucero el Astro Rey

se disfrazó una mañana

bien tardía en su comienzo

al trasluz de la persiana


Era un sábado cualquiera

en la casa de la yaya

en la casa de las horas

de quietud anaranjada


Al subir las escaleras

la televisión sonaba

y una vieja voz decía:

«traje pan esta mañana»


La televisión de fondo

aún a los toros mostraba

y de las once a la una

el día se engalanaba 


De purísima y de oro

la hora de comer llegaba

y todos los «yo» restantes

a la mesa se sentaban


Había pan de la mañana

había tonterías constantes

y un sargento vigilando

si comían el pan de antes


Tras un postre de la casa

hecho pa' quien no quería

la gente se dispersaba

y la jornada seguía


Una siesta distendida

se disolvía en ronquidos

mientras un niño jugaba

con un dragón chiquitico


El pan ácimo se enfría

con un dorado que arde

anticipando la misa

de sábado por la tarde


Entre guitarra y canciones

cae la noche allí en la calle

y el niño se desespera

porque el niño tiene hambre


Cuando se oyen las palabras

que te dejan ir en paz

 la música se levanta 

indicando ya el final


La casa de la parroquia

poco a poco se vacía

mientras cada uno se va

por donde mismo venía


Pero ya lo sabe el niño

que la noche aún no se acaba

que a la noche aún le queda

una cena bien colmada


Pasaron de Jesucristo

a Jesús el camarero

que ya les había guardado

una mesa con babero


Las doce iban avisando

del inmediato relevo:

un poleo y un carajillo

y tocinillo de cielo


Ajustada ya la cuenta

para el coche y a la casa

que es la hora de dormir

para el niño de su yaya


«Duérmete niño pequeño

duérmete que viene el coco

duérmete o te llevará

por ser niño y dormir poco»


Alejandro Olivares Rodríguez

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